Europa energizada desde abajo: cómo las comunidades transforman el sistema
Europa no se reinventa desde las capitales. A veces se enciende desde los barrios; ese es el verdadero hálito de cambio actual: pequeñas comunidades europeas que producen, gestionan y disfrutan su propia energía renovable.
Energías comunitarias: la revolución sin centralismos
En los últimos años, las directivas europeas impulsaron la creación de comunidades energéticas (Energy Communities) para que ciudadanos y cooperativas puedan generar y compartir su propia electricidad .
Hoy se estima que hay alrededor de 9.000 iniciativas activas y millones de personas involucradas directa o indirectamente en toda la Unión Europea.
Proyectos como Ecopower (Bélgica) o la Brighton Energy Cooperative (Reino Unido) ya producen energía solar, financian infraestructura pública y reinvierten las ganancias en comunidad local .
Transparencia, autonomía y justicia
Una nueva iniciativa europea, el fondo Energy Communities Facility, ofrece hasta €45.000 para que comunidades locales desarrollen un plan de negocio y puedan participar de forma democrática en la transición energética.
Estas dinámicas no solo son ecológicas. Son democráticas:
Permiten a ciudadanos tener propiedad directa de proyectos energéticos.
Reducen costos de electricidad y evitan dependencia de empresas grandes.
Generan estabilidad local, incluso en zonas rurales o aisladas, como en el caso del proyecto piloto Serra de Liberec (República Checa), donde la comunidad optimizó consumo y mejoró infraestructura pública .
¿Por qué importa ahora mismo en Europa?
Europa generó récords en 2024 al alcanzar el 47 % de su electricidad desde renovables: solar 11 %, eólica ya supera al gas . Sin embargo, en 2025 la expansión solar se desacelera: creció 1.4 % menos que en 2024 por recortes a subsidios a paneles residenciales.
En ese contexto, los proyectos ciudadanos se vuelven clave: mientras el ritmo estatal cede, las comunidades energéticas mantienen viva la transición con artesanía social, tecnología local y visión de justicia energética.
Beneficios tangibles
Un ejemplo emblemático es el Low Carbon Hub en Oxfordshire, Reino Unido. Nacido en torno a una cocina comunitaria, hoy tiene más de 1.700 miembros y 55 instalaciones renovables. Las ganancias se reinvierten en proyectos sociales: aislamiento de escuelas, apoyo local, generación comunitaria.
Otro caso innovador es el proyecto SERENE, que integra baterías, redes inteligentes y microrredes para demostrar cómo puede funcionar un sistema descentralizado y colaborativo en toda Europa.
Investigaciones también evidencian que optimizar comunidades energéticas puede reducir emisiones en un 6 % y costos eléctricos en un 20 % —como muestra un caso en España con oficinas, paneles solares y baterías.
Reflexión final: energía, comunidad y democracia
No es solo electricidad. Estas iniciativas representan una transformación política silenciosa:
Ciudadanos generan su propia energía.
Reducen desigualdades.
Fortalecen vecindades, redes, responsabilidad común.
En un momento donde el ritmo institucional flaquea, estas comunidades demuestran que el cambio no necesita esperas: puede surgir desde donde menos se ve… pero con gran impacto.
La verdadera transición —energética o social— comienza cuando la gente recupera el poder de decidir colectivamente. Y en Europa, esa llama se enciende hoy en barrios, pueblos y cooperativas.